Quién llorará por mi.
Quién me dirá el adiós
cuando la luz me ciegue.
Y a quién podré yo decirle mi palabra,
quién fui, por qué viví,
qué muertes me acompañaron,
de qué materia se componen el silencio,
la soledad, los sueños, las ideas,
los temblores, el miedo, la duda,
el infinito y sus señales misteriosas:
la ternura y el rastro de las palabras.
Qué pájaro me llevará en el vuelo hacia el olvido
hasta el centro de mí,
porque es preciso olvidarse para ser.
Porque es esto lo que quiero decir:
no hay principio ni fin ni tiempo alguno,
sólo el alma extrañada en busca de su centro
construye y fija al Universo.
Dora Fornaciari